Con un importante repunte de su cotización en los últimos meses, el oro ha recobrado su interés como sitio de inversión. La dificultad de encontrar nuevos depósitos, falta de infraestructura, y complejidades técnicas abren importantes interrogantes para el sector aurífero. En paralelo, Argentina tiene la oportunidad de ganar un mayor espacio a partir de la puesta en valor de los depósitos ya conocidos. Los grandes proyectos de cobre de Argentina, con oro como subproducto, pueden ser importantes jugadores en lo que al metal dorado refiere.
Por Alejandro Colombo
En un furioso rally que ha permitido que se revalorizara más de un 15% en forma interanual, y un 10% en solo dos meses, el oro ha retornado para revalidar sus credenciales como sitio de refugio ante crisis políticas e incertidumbres económicas. El metal dorado cotiza, muy cómodamente, por encima de la línea de los US$1.400/oz.
¿Cuáles son los motivos detrás de este repunte vertiginoso detrás del oro? Sin duda alguna que el recrudecimiento de las sanciones económicas de EE.UU. a China es el principal vector. El presidente de EE.UU., Donald Trump, informó la aplicación de otro arancel a las importaciones chinas, del orden del 10% sobre un volumen comercial de US$300.000 millones.
Lo señalado previamente es un nuevo capítulo en la larga historia de la geopolítica, instancia en la cual muy pocos activos garantizan el respaldo suficiente como para conservar el poder adquisitivo de las personas. El oro es el único escudo ante estos escenarios, y la actualidad política global representa una nueva oportunidad para el metal dorado.
El aspecto geopolítico ha contribuido sustantivamente con la revalorización del oro. En este sentido, la denominada Primavera Árabe gestada entre 2010 y 2013 –una serie de sucesos políticos que implicaron el derrocamiento de diferentes regíme- nes de Medio Oriente- sirvió para apuntalar el valor del metal en cuestión.
El otro gran condimento detrás de la fluctuación histórica del oro es el comportamiento de la Reserva Federal de los EE.UU., en particular la evolución de su tasa de interés. Un descenso en la tasa de interés implica una gran ventaja para que el oro gane mayor lugar gracias a su revalorización. El organismo monetario de los EE.UU. bajó las tasas de interés por primera vez desde 2008, como símbolo de una política monetaria menos rígida. Es preciso recordar lo ocurrido entre 2008 y 2011, donde la disminución del tipo de interés en EE.UU., en conjunto con la crisis de las hipotecas subprime, permitió un rally de la onza desde los US$1.000 hasta superar los US$1.900. Todavía estamos lejos de esta cifra, pero muchos especialistas indican que el próximo objetivo está posicionado en los US$1.500/oz.
La situación de la industria minera aurífera global
Según el USGS –United States Geological Survey-, la producción mundial de 1999 fue de unas 2.518 toneladas, mientras que la correspondiente a 2018 fue de 3.261 toneladas, lo que se traduce en un incremento del 30%.
Las dos últimas décadas han sido testigo de un significativo cambio en la composición de la oferta de la producción aurífera. A fines de los ’90, tres países conformaban más de un 40% de la oferta mundial: Su-dáfrica, EE.UU., y Australia representaban más de 1.000 toneladas en forma conjunta. En ese momento, China y Rusia apenas representaban el 10% mundial; con el transcurrir de los años, las tendencias comenzaron a revertirse, y nuevos jugadores entraron en escena.
En 2018, los tres países antes nombrados apenas alcanzaron el 20% de la producción aurífera, siendo el caso de Sudáfrica el más representativo de esta caída, con apenas 120 toneladas, muy lejos de las 450 toneladas de 1999.
A este momento, China es el mayor productor mundial de oro con registros de más de 400 toneladas anuales a lo largo del último quinquenio, acompañado por Rusia en la segunda posición con casi 300 toneladas anuales. Estos dos países en forma conjunta contabilizan más del 20% del total mundial. En mayor o menor medida, nuevos actores han ingresado en escena, u otros han acentuado se presencia, y esos son los casos de Brasil, Ghana, Kazajistán, México y Uzbekistán, entre otros.
Es en este proceso de cambio donde se observa una marcada diversificación geográfica, con mayor participación de regiones como América Latina, donde el aporte combinado de solo tres países –Perú, México y Brasil- llega a las 350 toneladas.
Oportunidades y desafíos
Una situación que se observa desde hace más de una década es la combinación entre descenso de descubrimientos de nuevos depósitos, aumento de costos, y la cantidad existente de reservas y recursos.
En el primer caso, se trata de la menor cantidad de descubrimientos de depósitos de clase mundial (world class), es decir, aquellos con más de 5 Moz que pueden contribuir con una producción de más de 0,25 Moz anuales. Atento a esta situación, la producción aurífera en el futuro cercano será aportada –en gran medida- por operaciones medianas y/o pequeñas. Todo ello, independientemente de un aumento de los presupuestos exploratorios destinados a descubrir nuevos depósitos asociados al metal dorado.
Más de un 40% del presupuesto exploratorio aurífero mundial se concentra en tres países: Australia, EE.UU. y Canadá. De cualquier manera, y observando las cifras productivas, algunas regiones han acentuado su presencia en la gran arena del presupuesto exploratorio: se trata de América Latina (24%), África (15%), China (4%) y Rusia (3%)
Independientemente de lo informado en el párrafo anterior, los presupuestos exploratorios se destinan –en mayor medida- a explorar en países con producción aurífera ya establecida, donde exista infraestructura local, estabilidad política, disponibilidad de fuerza laboral capacitada y red de proveedores consolidada. La riqueza del subsuelo goza de gran soporte para captar inversiones en materia de exploración cuando existen factores adicionales vitales asociados a la infraestructura.
Una constante observada en la industria minera, y particularmente en el sector del oro, es el aumento de sus costos. La consultora Refinitiv –ex GFMS- señala un crecimiento del 10% anual a lo largo de los últimos 15 años. De la misma manera, también se observa un aumento en los costos de descubrimiento de recursos y de construcción de centros mineros.
Si se toma la cantidad de reservas auríferas cuantificadas por el USGS –unas 54.000 toneladas, todavía existe un largo camino para satisfacer la necesidad de la demanda al largo plazo: un análisis de Metals Focus indica que para mantener los actuales ritmos de producción se requerirán de unas 97.000 toneladas para las próximas tres décadas. Un detalle no menor: existen unas 100.000 toneladas de oro clasificadas como recursos –un 60% en minas en producción- que, al momento, no tienen el grado de certeza científica y económica de una reserva.
Argentina y el oro – El actual escenario y qué puede ocurrir a futuro
Desde la sanción de la Ley de Inversiones Mineras 24.196, diferentes proyectos entraron en producción. El primero de ellos fue Bajo la Alumbrera: el depósito situado en la provincia de Catamarca fue un gran representante de la industria del oro, como subproducto de su metal principal, el cobre.
Desde Bajo la Alumbrera, y a lo largo de dos décadas, otros proyectos tuvieron su luz verde, todos ellos asociados a los metales preciosos: Cerro Vanguardia, Veladero, Gualcamayo, Cerro Moro son solo algunos ejemplos del oro como metal principal. De la misma manera, depósitos de plata como San José y Manantial Espejo han tenido al oro como un subproducto con poca relevancia en cuanto a onzas producidas. La construcción de Lindero en la provincia de Salta por parte de Fortuna Silver simboliza la entrada en producción de la próxima mina de oro en la República Argentina.
Muchos especialistas concuerdan en que el principal potencial minero de Argentina está en el cobre. Es preciso destacar que Argentina tiene siete importantes depósitos de cobre: en la gran mayoría el oro es un importante subproducto, como se puede observar en la Tabla 1.
Gigantes del cobre como Agua Rica, Taca Taca, Altar Río Cenicero, Los Azules, Josemaría y Filo del Sol poseen una destacada mineralización aurífera que los hace atractivos desde el punto de vista económico y financiero, porque estos metales pueden reducir sensiblemente los costos operativos.
Acorde a la Secretaría de Política Minera de la Nación, Argentina produjo un total de 1.877.514 onzas troy –equivalentes a unas 53 toneladas de oro-, representando el 1,6% del total global. Posibles ampliaciones y/o extensiones en la vida útil de minas en producción o la entrada en escena de algún gigante como Lama-Pascua pueden contribuir sustantivamente con una mayor oferta aurífera proveniente de Argentina, aunque la puesta en valor de alguno de los proyectos cupríferos señalados en la Tabla 1 puede ser aún más relevante, independientemente de que el oro sea un subproducto.